miércoles, 20 de junio de 2018

las cuatro faldas

Las cuatro faldas

ay una mirilla; y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que no puede penetrar en mí, de ojos azules. Pues sí: soy huésped de un sanatorio. Mi enfermero me observa, casi no me quita la vista de encima; porque en la puerta.Por eso mi enfermero no puede ser mi enemigo. Le he cobrado afecto; cuando entra en mi cuarto, le cuento al mirón de detrás de la puerta anécdotas de mi vida, para que a pesar de la mirilla me vaya conociendo. El buen hombre parece apreciar mis relatos, pues apenas acabo de soltarle algún embuste, él, para darse a su vez a conocer, me muestra su última creación de cordel anudado. Que sea o no un artista, eso es aparte. Pero pienso que una exposición de sus obras encontraría buena acogida en la prensa, y hasta le atraería algún comprador. Anuda los cordeles que recoge y desenreda después de las horas de visita en los cuartos de sus pacientes; hace con ellos unas figuras horripilantes y cartilaginosas, las sumerge luego en yeso, deja que se solidifiquen y las atraviesa con agujas de tejer que clava a unas peanas de madera.Con frecuencia le tienta la idea de colorear sus obras. Pero yo trato de disuadirlo: le muestro mi cama metálica esmaltada en blanco y lo invito a imaginársela pintarrajeada en varios colores. Horrorizado, se lleva sus manos de enfermero a la cabeza, trata de imprimir a su rostro algo rígido la expresión de todos los pavores reunidos, y abandona sus proyectos colorísticos. 

Mi cama metálica esmaltada en blanco sirve así de término de comparación. Y para mí es todavía más: mi cama es la meta finalmente alcanzada, es mi consuelo, y hasta podría ser mi credo si la dirección del establecimiento consintiera en hacerle algunos cambios: quisiera que le subieran un poco más la barandilla, para evitar definitivamente que nadie se me acerque demasiado.
Una vez por semana, el día de visita viene a interrumpir el silencio que tejo entre los barrotes de metal blanco. Vienen entonces los que se empeñan en salvarme, los que encuentran divertido quererme, los que en mí quisieran apreciarse, restarse y conocerse a sí mismos. Tan ciegos, nerviosos y mal educados que son. Con sus tijeras de uñas raspan los barrotes esmaltados en blanco de mi cama, con sus bolígrafos o con sus lapiceros azules garrapatean en el esmalte unos indecentes monigotes alargados. Cada vez que con su ¡hola! atronador irrumpe en el cuarto, mi abogado planta invariablemente su sombrero de nylon en el poste izquierdo del pie de mi cama. Mientras dura su visita —y los abogados tienen siempre mucho que contar— este acto de violencia me priva de mi equilibrio y mi serenidad.



Luego de haber depositado sus regalos sobre la mesita de noche tapizada de tela blanca encerada, debajo de la acuarela de las anémonas, luego de haber logrado exponerme en detalle sus proyectos de salvación, presentes o futuros, y de haberme convencido a mí, al que infatigablemente se empeñan en salvar, del
tados en blanco de mi cama, con sus bolígrafos o con sus lapiceros azules garrapatean en el esmalte unos indecentes monigotes alargados. Cada vez que con su ¡hola! atronador irrumpe en el cuarto, mi abogado planta invariablemente su sombrero de nylon en el poste izquierdo del pie de mi cama. Mientras dura su visita —y los abogados tienen siempre mucho que contar— este acto de violencia me priva de mi equilibrio y mi serenidad.
Luego de haber depositado sus regalos sobre la mesita de noche tapizada de tela blanca encerada, debajo de la acuarela de las anémonas, luego de haber logrado exponerme en detalle sus proyectos de salvación, presentes o futuros, y de haberme convencido a mí, al que infatigablemente se empeñan en salvar, del elevado nivel de su amor al prójimo, mis visitantes acaban por contentarse de nuevo con su propia existencia y se van. Entonces entra mi enfermero para airear el cuarto y recoger los cordeles con que venían atados los paquetes. A menudo, después de ventilar, aún halla la manera, sentado junto a mi cama y desenredando cordeles, de quedarse y derramar un silencio tan prolongado, que acabo por confundir a Bruno con el silencio y al silencio con Bruno.








miércoles, 30 de mayo de 2018

La evolución, conceptos básicos

La evolución es un proceso universal que consiste en el cambio gradual de los seres vivos y del resto de objetos del mundo natural. En efecto, la evolución es algo general que afecta a los animales y a las plantas, pero también a las rocas, los planetas, las estrellas, y todo cuanto existe en la Naturaleza. Así pues, se podría hablar de una evolución biológica, una evolución geológica e incluso una evolución astronómica.
Todos estos procesos requieren normalmente tiempo, mucho tiempo, y por tanto, normalmente no somos capaces de percibirlos. Aunque hay algunos casos de evolución “en tiempo real”, de los que hablaré más abajo. Incluso hay una disciplina de la Biología que se llama Evolución Experimental.
Hay muchos ejemplos de evolución geológica; pensemos por ejemplo en las piedras del fondo de los ríos (los cantos rodados), que originalmente no son más que trozos de roca que se desprenden de la montaña, y que al ser arrastrados por la corriente se golpean unos con otros y así van adquiriendo su característica forma redondeada. Otro ejemplo son las montañas y los montes. Se forman por la deformación de la superficie de la Tierra como consecuencia del choque de las placas tectónicas. Al principio crecen y crecen, hasta que alcanzan su altura máxima, y a partir de ahí la erosión y el mismo movimiento de las placas hacen que se vayan redondeado en su cima y disminuyendo de altura.Pero, ¿cómo funciona la evolución? ¿Qué significa eso de que las especies se adaptan y cambian con el tiempo? Como casi todo en Biología, la respuesta está en el ADN. Veréis, cuando un macho y una hembra de una especie cualquiera se aparean, la descendencia hereda la información genética combinada de sus progenitores. Y esta información genética está contenida en el ADN. Pero este ADN no es exactamente idéntico al de sus padres, sino que contiene pequeñas variaciones, llamadas mutaciones. Si estas mutaciones tienen algún efecto sobre el individuo que las porta (no siempre es así), la selección natural se encargará de seleccionarlo (valga la redundancia) a favor o en contra, según el ambiente y el tipo de mutación. Y esto puede hacer que el individuo se reproduzca con más o menos éxito, haciendo a su vez que la mutación seleccionada se mantenga o se elimine de la población.
Imaginemos, por ejemplo, una población de ratones de campo en Siberia. Estos ratones tienen que estar continuamente buscando comida para mantener su metabolismo elevado y, con ello, el calor corporal. Un buen día nace un ratoncito que tiene una mutación que le hace tener más pelo. Este ratoncito estará más protegido del frío, y por tanto no necesitará pasar tanto tiempo como los demás buscando comida. Así, nuestro afortunado amiguito puede aprovechar ese tiempo para cortejar ratoncitas, y sus probabilidades de aparearse serán más altas que el resto de machos. Si se aparea más, y deja más descendencia que el resto de ratones, en la siguiente generación habrá más ratoncitos con la mutación. Si el clima no cambia, al cabo de sucesivas generaciones, todos los ratones de esa población tendrán la mutación que les hace tener mas pelo. La población se ha adaptado.
Este ejemplo puede parecer un poco tonto, lo admito. Qué queréis, se me acaba de ocurrir sobre la marcha. Además, por lo general no es tan sencilla la cosa. Puede que la mutación ventajosa no afecte directamente a la cantidad de pelo que le crece al ratón, sino que afecte a la expresión de un gen (es decir, la cantidad de proteína que produce), que a su vez afecta a la expresión de uno o más genes, que al final hacen que se fabrique mayor cantidad de no sé qué proteína que hace el ratón de las narices sea más peludo y pase menos frío. De hecho, hoy en día se cree que la mayoría de los procesos de adaptación se producen de esta forma. Es por eso que es tan difícil encontrar ejemplos de adaptación claros en poblaciones contemporáneas. Aún así, podemos encontrar no pocos casos documentados en las páginas de revistas científicas especializadas.

Los seres humanos evolucionaron "de una especie única"

Un equipo de científicos que analizó el cráneo homínido más completo jamás encontrado, descubierto en Dmanisi, Georgia, asegura que los primeros fósiles humanos encontrados en África y Eurasia podrían haber formado parte de la misma especie.
Esto contradice la teoría evolutiva, hasta ahora aceptada, de que varias y diversas especies humanas caminaban sobre la Tierra hace dos millones de años.
Escribiendo en la revista Science, el equipo dice que el Homo habilisHomo rudolfensis y el Homo erectus, son parte de un único linaje evolutivo, que derivó en los humanos modernos.


El "cráneo 5"


La calavera analizada tenía una pequeña caja craneana, dientes grandes y una cara larga, características que comparte con H. habilis. Sin embargo, muchas características de la caja craneana fueron también "únicas" del H. erectus.

La pieza ósea tiene unos 1,8 millones de años y proviene de un sitio donde se han encontrado la mayor colección de restos bien preservados de los inicios del ser humano en el mundo.
La colección de Dmanisi también representa la evidencia más temprana de los humanos primitivos fuera de África, un grupo que surgió poco después de los primeros Homo que se diferenciaron del Australopithecus o "Lucy".
"Ahora tenemos la mejor prueba de lo que los primeros Homo realmente fueron", asegura David Lordkipanidze del Museo Nacional de Georgia en Tiflis, autor principal de la investigación.
"Una de las cosas más importantes es que tenemos una colección tan extraordinaria, muy rara de encontrar en un solo sitio".
Los restos fósiles mostraron una gran variación que desconcertó a los investigadores al principio, pero el profesor Lordkipanidze dice que lo estaba claro era que estas características eran de una sola población.